Tu sonrisa era mi vida
y me la quitaste.
Comenzamos a ser
dos extraños
bajo el mismo cielo
sin estrellas.
Yo, comiendo
de este amplio techo
que te mira estrecho y pasajero.
Tú, mudando
la delgada piel
de tu mirada
de extranjero.
Patricia Rodríguez Barrasa
Amor
Qué malo es jugar con los sentimientos;
qué malo es sentir partido un corazón malherido.
Pero imagine lo que es amar y no ser querido;
imagine lo que es confundirse entre dos amigos.
Qué irónica es la vida:
decir "te quiero" a alguien a la cara
y decírselo a un desconocido.
O con decir que mi corazón está dividido en mil pedazos.
Ilusa, tonta, ingenua...
Siempre estarás en mi mente;
no te podré olvidar
tan fácil como tú piensas.
Cristina Márquez Domínguez
Necesito tu existencia
Te necesito para respirar...
Necesito tus ojos para ver;
necesito tus labios para sentir;
necesito tu alma para vivir y
necesito tu existencia para sonreír.
Te necesito para saber amar...
Roberto Sánchez Lucas
Razón
Mil millones de razones para pensarte,
dos mil para admirarte,
y una sola para no olvidarte.
Pina
Eres tú
Si te sueño, porque te quiero;
si te necesito, porque te quiero;
si te pienso, porque te quiero;
si te adoro, porque te quiero.
Si te quiero, porque te quiero,
y te quiero porque eres tú.
Mario González López
HASTA SIEMPRE,
CHICOS…
Quería esperar
hasta el último día de clase para escribiros esto. Pero me apetece hacerlo hoy
y, por si luego se complica la cosa (ya sabéis la cantidad de papeles que
debemos hacer los mayores para esto que se llama “trabajo”), aquí va:
Cuando este curso
me destinaron a Santa Olalla del Cala, sentí algo diferente a cuando otras
veces me han llamado de otros institutos. No sentí miedo a lo desconocido sino
que me puse muy contenta desde que supe que me quedaría con vosotros seis meses
(un “casi curso” J). No os conocía aún de nada, pero
desde que entré en el instituto sentí que algo me era familiar, que me gustaba
el sitio. A veces ocurren estas cosas que llamamos “intuiciones”. Pues a mí me
pasó el primer día.
Cuando os conocí,
al principio tenía cierto temor por no hacerlo bien, pues nunca había dado
clases de Sociales. También tenía cierto miedo a no saber llevar el grupo, a
que no “conectáramos”. Me enfadaba mucho al principio con Pina y Patri,
recuerdo, porque no se callaban ni debajo de agua. Recuerdo a Miguel Ángel muy
calladito siempre, muy atento, a Roberto Pando, igual, a Cristina… Recuerdo que
pensé: “¿Cómo haría yo para que si fuese uno de los alumnos que tengo delante
me encantase venir a clase o, al menos, no fuera un suplicio levantarme todas
las mañanas tan temprano y con este frío? ¿Sabéis?, ahí creo que está la clave
de todo, en pensar qué querría la otra persona para sentir su día un poco más
agradable.
Al principio me
costó adaptarme; luego vinieron los “problemillas” de salud que no me dejaban
hablar alto y a veces me mareaba en la clase y sentía impotencia por no poder
ofreceros unas clases divertidas y amenas. Me sentía una profesora aburrida
muchos días. Eso me frustraba cuando comprobaba que no estaba consiguiendo que
algo tan maravilloso como es saber cosas, aprender del mundo, tener nuevas
herramientas para manejarnos en la vida, os resultase interesante...
Entonces, como
siempre, alguien te ayuda a sentir que puedes hacerlo bien, te da fuerzas y te
hace creer en ti, y, aunque seguía con los mareos y esas cosas mías J, me di cuenta de que igualmente podía dar las clases un poco más
bajito y de otras maneras que me cansaran menos los días en que peor me
encontraba… Fue ahí cuando empecé a sentir el corazón tan grande que teníais,
porque, por ejemplo, cuando yo pensaba que Pina era muy “pasota” y no lograría
que estudiase ni atendiese y que no le importaba nada, él me demostró que no
era cierto: se preocupó por mí y me respetó (“Maestra, así no te quiero ver más”,
el día en que empecé a llorar en clase de impotencia)… Patri, que también
andaba algo seria conmigo, me hizo sentir muy bien cuando un día la escuché y
ella me devolvió esa escucha. Desde ese día me entregaba unos trabajos de
sobresaliente. De repente, no éramos Mario (Pina, hoy no empiezo por ti…;)),
Marcos, Patri, Cristina, Roberto Sánchez, Roberto Pando, Miguel Ángel, Pina y
Águeda Gema; de repente, éramos un grupo, nos conocíamos y nos empezábamos a
entender. Así fue funcionando todo bien, como hasta ahora. Empezasteis a ser
mis cómplices y tanto a Miguel Ángel (vuestro otro maestro de ACT) como a mí
nos llenasteis de energía con vuestros detalles, lindos de verdad (lo de la
pizarra fue genial, Roberto, gracias…). Creo que empezamos a querer aprender más
cuando nos empezamos a sentir mejor en la clase todos. Ahí está para mí la
esencia de todo: ir por el mundo con el cariño de los que te rodean es
importante cuando eres un niño y un adolescente. De mayores puede que sea más
fácil estar solo, porque ya te conoces bien a ti mismo, pero de más pequeños
siempre necesitamos que los demás nos valoren y nos acepten; queremos ser “alguien”
para los demás.
Yo, hoy, como carta
de “despedida” (aunque… ¡¿quién sabe si el curso que viene no me mandan de
nuevo aquí?!), quería deciros varias cosas:
Nunca penséis que
sois poca cosa para el mundo, porque cada uno de vosotros y vosotras es en sí
único/a y no hay nadie igual a vosotros/as. Por tanto, aunque pasen días,
meses, años, en que creáis que nadie os valora lo suficiente o que no sois
importantes para nadie, creedme, pensad que eso pasará y que os sentiréis
plenos de verdad un día. Porque nadie tiene un modelo para ser el mejor en
todo. Lo que yo os aconsejo es que penséis que si hacéis las cosas con el
corazón y las intentáis hacer bien, pues bien hechas estarán, aunque en el
momento no se os entienda. Ya llegará ese momento más adelante. Si vosotros
confiáis en lo que hacéis, será muy difícil que no logréis sentiros a gusto con
vosotros mismos y sentir que la vida es maravillosa.
Cuando algo os
preocupe mucho, os enfade, os dé vergüenza… no os lo calléis. Elegid a la
persona que mejor consideréis y sacadlo fuera. Porque las cosas que no se
hablan (aunque sea por no preocupar a
nadie; a veces hay que hacerlo) pueden hacernos mucho daño toda la vida y, a
veces, son cosas insignificantes. Aunque os parezca que sois poco importantes
para hablar de vosotros, hacedlo, reclamadlo, hablad con vuestros padres, o con
vuestros amigos, o con alguien que os dé confianza. No hay que avergonzarse de
sentir vergüenza o miedo o dolor o pena o rabia o felicidad… Todos esos
sentimientos son naturales y los tiene el ser humano. Seríamos máquinas si no
sintiéramos nada, con la cantidad de cosas que nos van pasando cada día. No
pasa nada. Y no pasa nada si os equivocáis. Todo el mundo lo hace y nadie nace
sabiéndolo todo… Y quien se crea mejor que los demás normalmente tendrá muchos
complejos encima… Nadie es mejor que nadie; todos somos importantes y todos
contamos: los más inteligentes, los que tienen menos memoria, los que saben
pintar, los que no saben dibujar un árbol, los que no saben leer, los que no se
ven guapos ante el espejo, los que son más pobres, los que tienen la suerte de
nacer con dinero de sobra para cubrir sus necesidades… Todos contamos en este
mundo, hasta el que no tiene voz, hasta el que no puede ver. Estoy segura de
que hay montones de niños que no tienen nada con qué jugar, ni móvil, ni agua
potable para beber a diario, que son mucho más felices que otros que lo tienen
todo. Porque la felicidad, la suerte que tenemos en la vida, no está en lo que
poseemos, en qué parte del mundo nacemos… Para mí la suerte que todos tenemos
es la posibilidad de estar vivos, de sentir, de poder oír una música, el canto
de los pájaros, el llanto de un bebé, o poder ver un amanecer, un gesto de
cariño, un partido de fútbol todos juntos y compartir ese momento, esa alegría,
esa unión… El regalo de estar vivos es impresionante y lo entenderéis mejor a
medida que vayáis creciendo. Aunque se nos vaya una persona que queremos
muchísimo, aunque perdamos un ojo por el camino, una pierna, aunque se nos
caiga el pelo, aunque no seamos el más guapo para las chicas… Lo más importante
nunca se ve con los ojos y quien os conozca, quien se pare a conoceros bien,
querrá quedarse y establecer nuevas uniones con vosotros.
Por desgracia, a
veces las personas no nos entendemos bien: lo que uno cree que es bueno para el
otro, resulta que el otro piensa que no es tan bueno, o lo que uno cree que
está bien, el otro piensa que no lo está… No pasa nada. Eso no significa que
seáis peores o mejores que nadie; solo diferentes. Os lo repito: si pensáis que
estáis haciendo las cosas con la mejor intención, confiad en ello y no os
pongáis tristes o enfadados si los demás no lo ven igual. Hay que respetar
todas las opiniones y todos tenemos cosas más buenas y cosas menos buenas… Y no
pasa nada. Hay que aceptarlo como algo natural. Nadie es perfecto porque nadie
puede decir qué es “lo perfecto”. No creáis que lo que piense la mayoría es lo
que es correcto. A veces la mayoría se equivoca y mucho. Pensad que lo correcto
lo decidís vosotros según lo que entendéis por hacer bien las cosas. Yo, como
profesora y más como amiga, os digo que con el tiempo os vais a dar cuenta de
lo importantes que sois. Y que da lo mismo si no sois reconocidos en todos los
sitios; da lo mismo si pasáis desapercibidos… Os prometo que siempre seréis
importantes para alguien y, en los momentos en que más solos os encontréis,
pensad que siempre sois importantes para vosotros mismos y que la vida es un
regalo que no debéis desaprovechar tontamente.
Yo me llevo cada
uno de vuestros gestos de cariño y respeto; cada una de vuestras sonrisas y
vuestras tristezas. Y hablo en general, porque en todas las clases que he
tenido este año me he sentido bien por poder hacer algo (aunque solo fuera
escuchar o ver). No importa si no recibís lo que queréis: las cosas no se hacen
para recibir algo a cambio… La mayor felicidad que podréis encontrar en la
vida, al menos para mí es así, es poder hacer felices por un ratito a los
demás. A veces tendréis que tirar solos adelante, sin ayuda ninguna, sin
dinero, tendréis quizás que pedir prestado para vuestra casa, vuestra comida, o
la de vuestros hijos… Que no os avergüence. Lo que nunca debéis hacer –eso sí-
es acomodaros a la vida y pensar que los demás os deben sacar las castañas del
fuego. Debéis luchar mucho, estudiar mucho, trabajar mucho, aguantar mucho…
Vais a llorar, vais a dormir muy poco, vais a pasarlo mal muchas veces… pero os
aseguro, y esto subrayadlo, que merece la pena. Un día puede que no sepáis
distinguir si estáis viviendo o soñando de lo felices que os llegaréis a
sentir. Y tal vez no tengáis nunca un cochazo, ni una casa preciosa; tal vez
viváis en 50 metros cuadrados
con toda vuestra familia. Pero la felicidad va mucho más allá de eso: es sentir
que estás dando de ti lo mejor al mundo. Y el mundo, los días, los atardeceres,
de repente son todos maravillosos, nieve, llueva, haga frío o calor: estaréis
llenos de amor y paz.
Creed en mí, que un
poquito sé de la vida.
Me habéis hecho muy
feliz. Para mí sois muy importantes…
Gracias por todo y
mucha fuerza y mucho ánimo para el futuro. Recordad esto: todos sufrimos, pero
a veces un instante de felicidad compensa toda una vida de lucha.
Os quiero mucho.
Águeda Gema
P. D. 1. Que no os avergüence pedir ayuda; que
no os avergüence ser diferentes… Y escuchad a todas las personas, porque de
todas aprenderéis; de todas.
P. D. 2. Leed… leed…
Felicidad
Mi felicidad es cuando estoy en La Marta montando a los caballos y cuando empiezo a trabajar con ellos allí... Esa es mi felicidad. Cuando veo que llevan poco tiempo haciendo las cosas y las hacen muy bien me pongo todavía más feliz porque eso sale de ellos, que son muy buenos y con pocas clases se lo aprenden perfecto.
Miguel Ángel Rodríguez Bizarro
Qué bien expresáis los sentimientos... ¿Que no sabíais hacer poesía?
ResponderEliminarEstoy muy orgullosa de vosotros/as...
Seguid dándole duro y no os rindáis. Aunque os sintáis solos, no os rindáis. Siempre sale el sol.
Sois muy grandes.
¡¡Hola, chicos!! Nada, que me he colado por aquí porque me da penita irme (bueno, y que quiero controlaros un poquillo, que mi Mario me debe de un 6 para arriba en todo, a ver, a ver... Mmmmm) y para daros las gracias por vuestros regalos y por todo lo que me decís por otras partes. Que, digo yo, ¿¿¿¿para qué hemos hecho el blog???? Anda, animaos y escribid por aquí, que lo hacéis muy bien. Y así me contáis qué tal con la nueva maestra, que estoy segura de que os va a enseñar muuucho más que yo:-).
ResponderEliminarEso, que os echo de menos y que estudiéis mucho o me enfadaré.
Os deseo todo lo mejor. ¡¡Muchos besitos!!
“Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
ResponderEliminarViajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos.
Y fue tanta la inmensidad del mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando al fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió al padre:
"¡Ayúdame a mirar!"
ResponderEliminarEste poema no es tuyo, es propiedad mía.
Mínimo pide un permiso y da créditos.
Es despreciable usar el trabajo (y sentimientos) de otras personas para obtener el mérito.
El hecho que difundas esto así me puede afectar.
Es algo que tomo muy enserio, así que ten un poco de madurez y porfavor elimínalo.
Si te gusta la poesía simplemente esfuérzate en hacerla o publica de otras personas que te hayan dado su autorización con anterioridad, de lo contrario hasta yo puedo denunciar por derechos de autor.
Así que porfavor, lo repito una vez más, elimina este contenido o tendré que ver como tomar acciones legales al respecto.
El mío es el que pone que su "autora" es Cristina Márquez Domínguez.
Eliminar